Destacar a algún artista por encima de otro sería injusto, pero es irremediable hacerlo ya que aportaron un plus a la atmósfera del festival. Sweely fue la figura destacada del viernes y nos condujo sin esfuerzo a un viaje sonoro entre el house, el minimal y el electro. El sábado en La Plaza celebramos junto a Los Suruba sus 25 años detrás de una mesa de mezclas, en el El Tipi de Turia compartimos la locura musical de The Ghost y Dorian Paic y para cerrar la noche en The Basement Stage nos alimentamos del puro talento sin filtros de Dyed Soundorom, Raresh y Sonja Moonear. El domingo tras dos días de emociones fuertes, simplemente entramos en el Tipi y recobramos toda la energía perdida gracias a los sets de Önur Ozer, Francesco Del Garde y Sugar Free & Fonte. Otro de los milagros que produce Días de Campo es la sonrisa permanente en tu cara los días después del festival, no puedes quitarte esa sensación de plenitud de tu cuerpo. Tus sueños durante esas noches son recuerdos vívidos de lo ocurrido, recuerdos de todos y cada uno de los momentos que experimentaste. Pero inevitablemente llega un día en el que la realidad te golpea, te deja bien claro que hay que volver a la rutina. Para antes de que llegue la “depresión”, la bajona, me digo a mi mismo que ya queda menos para volver a Montanejos, que ya quedan menos días para regresar al río Mijares, que ya queda menos para disfrutar de la belleza de la primavera de 2024 en Días de Campo... El festival que me da vida y que ha conquistado mi corazón para la eternidad. 023 h i n s t a g r a m . c o m /d i a s d e c a m p o _ f e s t
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