Magazine

025 CARLES GOD Mi vida ha sido un constante viaje de aprendizaje, donde fusiono mi actividad artística con la exploración de nuevos horizontes. No suelo viajar en busca de descanso, sino más bien como una oportunidad para conectar con otras personas, aprender, participar y enriquecer mi visión del mundo. Mis experiencias en diferentes países han sido fundamentales en mi desarrollo artístico. En Barcelona, durante mis años de estudiante, descubrí un submundo alternativo que me permitió forjar valores y vínculos que definirían mi trayectoria como artista. Alemania fue un período de autodescubrimiento, donde empecé a orientar mi actividad hacia el dibujo y la obra gráfica impresa. En México, me especialicé en serigrafía y comencé a incorporar iconografía de la cultura popular en mi trabajo. En los Estados Unidos, encontré una manera de unir el arte y el activismo de manera efectiva. Después de diez años immerso en la escena underground europea, volví a este monstruo de país con una beca Fulbright para estudiar ilustración y profesionalizarme. Hace cuatro años que establecí mi base en Nueva York. Has viajado por muchos países en busca de formación. ¿Qué lugar te ha causado más impacto? Cuéntanos una anécdota. Sin embargo, si tuviera que destacar un lugar en particular, sería México. Durante mi tiempo allí, encontré una fuente inagotable de inspiración en su cultura, historia, arte y sociedad. Siempre he dicho que el mejor año de mi vida lo pasé allí. Desde entonces, regreso siempre que puedo para seguir explorando y creando. Recientemente, tuve el privilegio de realizar una residencia en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, donde pude producir un libro, colaborar con artistas locales. En cuanto a una anécdota memorable, recuerdo un viaje a San Luis Potosí, Mexico donde tuve mi primer encuentro con el peyote. Después de experimentar con esta planta sagrada, decidimos regresar a la ciudad en un tren de carga. En el trayecto, se nos unió una australiana que, en un momento de imprudencia, decidió saltar del tren en movimiento, poniendo en peligro su vida. Al conseguir bajarnos del tren e ir a buscarla, la encontramos bien alegre y contenta porque solamente se había rasguñado las rodillas. ¡Menudo susto nos dio! De todas formas, estas historias hay que contarlas en persona, a quien me invite a un café se las cuento con pelos y señales.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mjk4NzM=